(Fuente: Página 12/ Alejandra Dandan)
Luego de escuchar los testimonios de cerca de veinte hijos
de desaparecidos apropiados que recuperaron su identidad, el equipo del fiscal
Martín Nikilson empezó a analizar las relaciones de parentesco construidas por
la última dictadura como indicios que podrían convertirse en pruebas
judiciales. Las audiencias del juicio del plan sistemático de robo de bebés
permitieron, por ejemplo, advertir el rol que cumplieron los “padrinos” de los
niños criados con otra identidad. Esa figura mítica, punto de origen de
leyendas y eje de mundos de referencias identitarias, es analizada de cerca por
la fiscalía. En varios casos, sus nombres coinciden con las personas que
sacaron a los niños de los centros clandestinos y luego los entregaron a las
nuevas familias. Así, los nombramientos de “padrinos de bautismo” parecen una
retribución de esas familias a sus “benefactores”. En general, los padrinos son
hombres de las Fuerzas Armadas o de seguridad o sus mujeres. Y sus
nombramientos, un intento de reforzar los falsos lazos de parentesco y borrar
los vínculos de sangre. Victoria Montenegro fue bautizada en Campo de Mayo y su
padrino fue Horacio Cella, el entonces comisario de San Martín, que fue el
lugar donde sus apropiadores habrían ido a buscarla. Horacio Pietragalla fue apadrinado
por el apropiador de Victoria, el coronel Herman Tetzlaff, que lo entregó a la
empleada doméstica de su casa. Victoria Donda, al declarar en el juicio,
mencionó como padrino a Héctor Febres, el distribuidor de niños de la ESMA. En otros casos, los
“entregadores” dejan su marca en el nombre de los niños. Nikilson también mira
de cerca la elección de la supuesta fecha de nacimiento en busca de otras
evidencias de la apropiación. Puede pasar que los días de cumpleaños inventados
sean en realidad el día de nacimiento de alguno de los falsos familiares. A
Victoria Montenegro, por ejemplo, le anotaron su fecha de nacimiento en
coincidencia con el Día del Ejército.
La fiscalía comenzó a prestar atención al rol y los nombres
de los padrinos a partir del testimonio de Victoria Montenegro. Desde entonces,
cada vez que entra en la sala de audiencias un nuevo ex niño apropiado, se
reflota la pregunta. Las respuestas no son siempre iguales, pero varias
permitieron entender que podía haber una relación entre el lugar de los
padrinos y el de los entregadores/ladrones de esos niños. La hipótesis se
convierte en una herramienta de investigación que podría potenciarse en el
futuro y que puede aportar a los casos en los que aún faltan datos. Puede ser
la punta para encontrar nuevos nietos o la prueba para condenar a quienes dicen
no haber tenido idea de la procedencia de los niños.
Las historias
El padrino de bautismo de Victoria Montenegro fue el jefe de
la comisaría de San Martín, Horacio Cella. Victoria conserva una foto. Y pese a
que no volvió a verlo, sabe que está escondido en algún lugar fuera del país. A
esta altura, con la reconstrucción de su historia entre mentiras y verdades,
cree que él fue la persona que un día se sentó frente a sus apropiadores para entregarla.
Tetzlaff había ido a buscarla a la comisaría con su mujer.
“Cella les decía que ellos tenían que saber si realmente me
querían”, dijo Victoria el día de la audiencia. “Les dijo que yo iba a pasar a
ser su hija, pero que ellos me tenían que formar como una persona de bien para
que no fuera subversiva como mis papás. Ellos dijeron que sí, el tema legal
estaba solucionado. Los hicieron pasar a una oficina de la comisaría donde
había varios bebés de otros operativos. Había una monja. Les preguntaron si
querían un varón rubio, pero ellos dijeron que no. Mary (su apropiadora) me
dijo que para que yo me sienta orgullosa, Herman (Tetzlaff) les respondió: ‘la
negrita es mi hija’ y se quedó conmigo. Cella les dijo que yo pasaba a ser hija
de ellos, que me formaran como una persona cristiana. Me sacaron y a un par de
cuadras sé que tiraron toda la ropa con la que yo venía porque no querían nada
del pasado.”
Cella luego participó de la ceremonia en Campo de Mayo. Y si
el relato de Tetzlaff es cierto, él conocía a Victoria desde antes, porque
llevó adelante el operativo en la casa de sus padres. Alguna vez le confesó que
entró, los mató y que a ella –que tenía trece días de vida– la sacó sangrando
debajo del cuerpo de la madre. La escena de la comisaría de San Martín se
produjo varios meses después. Cuando Tetzlaff, luego de convencer a su mujer,
decidió ir a buscar a esa niña que había visto tras asesinar a sus padres.
Horacio Pietragalla, a su vez, tiene a Tetzlaff como
padrino. El caso de Horacio no es parte de los 35 expedientes que se investigan
en el juicio sobre el plan sistemático, pero Victoria lo nombró varias veces
durante su declaración. Los dos vivían en el mismo edificio de Lugano. A
Horacio lo crió Lina, la empleada doméstica de Tetzlaff. Horacio siempre dijo
que estaba destinado a otra persona, alguien que se arrepintió y por eso
Tetzlaff se lo dio a la mujer que finalmente lo crió.
Victoria Donda explicó en la audiencia que si bien no sabe
quién está nombrado en los papeles como su padrino porque no volvió a leer su
fe de bautismo, Febres ocupó ese lugar. “Lo conocí de chiquita, le decía tío”,
dijo. “El me decía turquita porque no hay que ser muy creativo para verlo, y
así fue hasta que cumplí 15 años. No lo veía habitualmente. En Navidad o en algunos
encuentros que hacía el personal de Prefectura y siempre fue como un padrino.
Me regalaba cosas, juguetes, no sé. Cuando cumplí 15 años, leí un libro del Che
y me hice guevarista y me empecé a vestir como el Che, con boinas y remeras y
en una Navidad me vestí como siempre y en vez de decirme ‘turquita’, él me
acuerdo que me dijo: ‘zurdita’ y empezamos a discutir de política y después no
hubo nueva relación. Mirándolo retrospectivamente, cuando lo detienen –no me
acuerdo el año– me acordé de ese comentario de zurdita y que me dijo: ‘Bueno,
hay algunas cosas que no tienen arreglo’.”
Victoria Donda nació en la Escuela de Mecánica de la Armada. Febres se
encargaba de preparar el ajuar de cuna de los niños de las embarazadas
secuestradas en la ESMA. Y
luego los distribuía. Como la
ESMA funcionó como maternidad clandestina para secuestradas
de otros centros clandestinos, es posible que no haya sido la única persona que
intervino en la distribución de niños porque, en general, las prisioneras y sus
hijos seguían siendo “posesión” del arma que las tenía detenidas.
Esto mismo puede explicar otra de las relaciones de
padrinazgo que acaba de aparecer en el juicio oral sobre la Base Naval II de Mar
del Plata. El expediente tampoco se ventila en el juicio sobre el plan
sistemático, pero puede ser ejemplificador. Se trata del hijo de Cecilia Viñas,
Javier Gonzalo Penino Viñas. Sus padres pasaron por la Base Naval II y a
Cecilia la llevaron a parir a la ESMA. Javier fue apropiado por Jorge Vildoza,
subdirector de la ESMA
que sigue prófugo de la
Justicia. El padrino de bautismo fue Roberto Luis Pertusio,
uno de los hombres más importantes de Mar del Plata, jefe de la fuerza de
submarinos de la Base Naval
de Mar del Plata y a cargo del centro clandestino en el momento en el que pasó
Cecilia. La aparición de Pertusio en el lugar del “padrino” parece estar
indicando dos cosas: por un lado, que podría haber sido el “entregador” del
niño, en el sentido de quien habilita o autoriza la entrega. Y, por otro lado,
acaso más importante, confirmaría que esta hipótesis sirve como herramienta de
investigación.
La mano de Banzer
María Natalia Suárez Nelson es hija de María Elena Isabel
Corvalán y de Mario César Suárez Nelson. Natalia nació en La Cacha. Sus apropiadores
fueron Omar Alonso, un comerciante platense y cantante aficionado de tangos y
María Luján Di Mattía. Ellos no podían tener hijos, la anotaron como hija
biológica y nombraron como padrinos al capitán de navío de infantería Juan
Carlos Herzberg y a su mujer, condenados el año pasado en La Plata por la apropiación de
la niña: “Ha quedado debidamente acreditado que el día 8 de agosto de 1977 Juan
Carlos Herzberg entregó una beba recién nacida al matrimonio compuesto por Omar
Alonso y María del Luján Di Mattía, de la cual posteriormente fue su padrino de
bautismo”, dijeron los jueces en la condena. “Herzberg fue quien arrancó de los
brazos de la madre a la beba recién nacida y quien perfeccionó la acción de
sustraer la niña, cuya entrega ya había comprometido al matrimonio Alonso-Di
Mattía tiempo antes.”
Alonso y Herzberg se habrían conocido en el consulado de
Bolivia de La Plata ,
según explicó un testigo de la causa. “Tenían una relación cercana, por el
hecho de que Herzberg y su esposa sean los padrinos de María Natalia –lo que se
prueba a partir del certificado de bautismo de María Natalia–. A su vez, María
del Luján Di Mattía en su indagatoria refirió que ‘quiere resaltar que cuando
Herzberg le dio a Natalia la dicente les ofreció que fueran los padrinos, por
una cuestión de agradecimiento...’.”
Otro ejemplo es Federico Pereyra Cagnola, cuya historia
tiene un punto de contacto con la de Juan Cabandié. Federico es hijo de Liliana
Pereyra y Eduardo Cagnola, los dos desaparecidos. Sus padres pasaron por el
centro clandestino de la
Base Naval de Mar del Plata y a Liliana la llevaron a parir a
la ESMA , donde
su madre tomó contacto en algún momento con Guillermo Minicucci. A Federico lo
criaron dos civiles: Jorge Ernesto Bacca y Cristina Mariñelarena. La madrina de
bautismo del niño fue Inés Lugones, la mujer de Minicucci, amiga de Mariñelarena
y condenada el año pasado por su rol en la entrega de ese niño.
¿Por qué aparece Minicucci en este caso? Por los
sobrevivientes, hoy existe alguna información que permite pensar una hipótesis.
Liliana estuvo en la pieza de las embarazadas de la ESMA en el mismo momento en
el que estuvo alojada allí Alicia Alfonsín, la madre de Juan Cabandié. Los
sobrevivientes, entre ellos Graciela Daleo, que declaró en Mar del Plata,
sostienen que Minicucci entró en la pieza de las embarazadas a pispearlas en
ese momento.
Desplazamientos, los nombres
El lugar de los “padrinos” no es la única forma en la que
los entregadores pueden aparecer en las “biografías” de los niños apropiados.
Hay casos en los que fueron directamente incorporados al
nombre de los chicos. En otros, son nombrados como “tíos” en los relatos de las
historias familiares.
María Eugenia Sampallo Barragán es hija de Mirta Barragán y
Leonardo Sampallo, sus padres pasaron por el Atlético y el Banco y están
desaparecidos. Los apropiadores –que fueron Osvaldo Rivas y María Cristina
Gómez Pinto– le pusieron de nombre Eugenia Violeta. Según la fiscalía, el
nombre es un desplazamiento de las huellas de los entregadores: Violeta era el
nombre de la mujer del capitán del Ejército José Berthier, hombre de Inteligencia,
amigo de la familia y condenado por haber entregado a la niña.
En un fragmento del alegato, el fiscal Félix Crous indicó:
“La foto que ilustra a María Eugenia en brazos de la madre de Berthier, sólo a
ellas dos, en uno de los primeros cumpleaños de la niña, es demostrativa de lo
estrecho del vínculo de ambas familias. La foto se conservaba en la casa de los
Rivas-Gómez Pinto. En el mismo sentido, María Eugenia recuerda que Berthier
frecuentaba la casa y que junto con su esposa asistió a sus cumpleaños. También
declaró que le dijeron que el nombre Violeta se lo habían puesto por la esposa
de Berthier”.
En el caso de Carlos Rodolfo D’Elía, la fiscalía está
convencida de que sus apropiadores le pusieron Rodolfo por el nombre del
subjefe de la policía de Buenos Aires, el coronel Rodolfo Aníbal Campos,
segundo de Ramón Camps, juzgado ahora en el circuito Camps y señalado como la
persona que articuló su entrega. A Simón Riquelo, en cambio, sus apropiadores
le pusieron de nombre Aníbal Parodi: la fiscalía sospecha que podría ser un
homenaje para Aníbal Gordon, integrante del grupo de tareas de Automotores
Orletti y una de las personas que participó del secuestro de su madre, Sara
Méndez. Como el caso del hijo de Cecilia Viñas, si esa relación fuese cierta
podría ser un elemento para la reconstrucción de pruebas aún pendientes. Simón
fue apropiado por el ex subcomisario de la comisaría 33 de la ciudad de Buenos
Aires, Osvaldo Parodi. Por distintas razones, siempre fue difícil desarmar la
coartada de Parodi, que dijo haber encontrado al niño abandonado. Un dato como
un homenaje a Aníbal Gordon en medio del nombre del niño, no parece nada menor.
Francisco Madariaga era Alejandro Ramiro Gallo. En su caso,
el nombre de Alejandro es el mismo nombre de su apropiador Víctor Alejandro
Gallo. Juan Cabandié era Mariano Andrés Falco: él está convencido de que con el
nombre de Andrés, sus apropiadores intentaron reforzar el vínculo con su
supuesta hermana llamada Vanina Andrea Falco.
Otra lógica que empieza a mostrar la sucesión de audiencias
es la generación de fechas en las nuevas biografías familiares. Nuria Piñol,
una de las fiscales ad hoc de la causa, sigue de cerca los datos de las
historias como parte de las tramas de construcción de identidad: “Borrar las marcas
de los niños para que no aparezcan como hijos de otros –dice a Página/12– y
meterles una nueva liturgia de fechas, con una nueva significación, eso es una
de las cosas que miramos porque es uno de los modos en los que se construye y
circula una identidad que se forma no de grandes cosas sino de un nombre, de la
pregunta del por qué me llamo de esa manera, del nombre de tus abuelos”.
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