(Fuente: Télam)
La nieta recuperada Carla Rutila Artés recordó la “infancia infeliz” que pasó a manos de su apropiador, Eduardo Ruffo, al ratificar los vínculos del represor con jefes de la Triple A y con el centro clandestino de detención que funcionó en Automotores Orletti en la última dictadura militar.
“Me decían que era una vieja bruja que me buscaba para sacarme la sangre”, contó la niña sobre la explicación que recibía a los 10 años sobre su abuela biológica que publicaba fotos de ella antes de ser secuestrada junto su madre en Bolivia.
Carla Rutila tenía un año y tres meses al ser secuestrada con su mamá, Graciela Rutila Artés, una estudiante de 24 años, en Oruro, y llevada junto a ella poco después –tras pasar por un orfanato- a la frontera.
Allí fue entregada a policías federales y agentes de inteligencia argentinos, en el marco del Plan Condor de colaboración entre dictaduras latinoamericanas.
Ambas fueron llevadas al centro clandestino de detención que funcionó en Automotores Orletti, donde su madre desapareció y ella fue apropiada por Ruffo, quien la crió como propia junto a su esposa Amanda Cordero hasta que en 1985 fue detenido y la niña recuperó su identidad.
“Vi mi foto a esa edad y me reconocí porque las fotos que ellos tenían de mi eran también de cuando tenía esa edad y era idéntica. Pregunté y recibí una tremebunda paliza para que no volviera a preguntar”, agregó al declarar ante el Tribunal Oral
Federal 6.
El ex policía miembro de la Triple A y muy vinculado al ex jefe de la SIDE Otto Paladino y a Aníbal Gordon, la inscribió como propia con el nombre falso de Gina Amanda Ruffo y con una falsa fecha de nacimiento, que había ocurrido -en realidad- el 28 de junio de 1975 en Perú.
Tras ser sacada de Orletti, la beba pasó un tiempo en las oficinas de una empresa de seguridad, que según supuso era una fachada para encubrir las actividades de ex miembros de la Triple A que seguían en actividad en la dictadura, como su apropiador o Raúl Guglielminetti, a quien también conoció de niña.
Ruffo ya fue condenado por la apropiación de la niña en un juicio y a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad cometidos en Orletti, en otro, y ahora es juzgado por la sustracción de otro menor nacido en cautiverio en ese lugar, Simón
Riquelo, entregado a un comisario.
En 1984, tras la vuelta de la democracia, la abuela biológica de Carla viajó a la Argentina y entonces comenzó una búsqueda con fotografías de la niña y su madre, con lo cual la familia Ruffo se fugó.
“Nunca me dijeron nada, viví desde 1976 hasta 1983 con relativa normalidad entre comillas, y a finales del `83 este señor se pone prófugo de la justicia y desde enero de 1984 nosotros también”, recordó.
Por entonces, Abuelas de Plaza de Mayo alertaba sobre la presencia de una niña “con las características de Carlita en manos de Ruffo” y pronto comenzaron a publicarse sus fotos.
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