Por Carmen Urzola Maldonado
“Ana de Castro, ‘Cori’ Pérez de Donda, María del Carmen –‘Pichona’- Moyano de Poblete, Susana Siver de Reinhold, Susana Beatriz Pegoraro, María José Rapela de Mangone, Cecilia Viñas, Liliana Pereyra, Cristina Greco, Alicia Alfonsín de Cabandié, Patricia Marcuzzo y Raquel Tauro de Rochistein fueron algunas de las embarazadas que acompañé y ayudé durante el parto”, enumeró la sobreviviente de la Esma y exiliada en Suiza Sara Solarz de Osatinsky, durante su testimonio a través de video conferencia para la causa Plan Sistemático de Apropiación de Menores. En esta audiencia, relató las torturas físicas y psicológicas que sufrió en ese centro clandestino de detención junto a varias mujeres embarazadas, que después de dar a luz a sus hijos desaparecían.
Sara Osatinsky fue secuestrada el 14 de mayo de 1977, a los 42 años, y ya había perdido a sus dos hijos y a su esposo. Su testimonio fue solicitado por los fiscales de la causa y por las querellas. A petición del fiscal Martin Niklison, la testigo relató su secuestro y dio nombres y fechas de las mujeres embarazadas que dieron a luz en la Esma. A pesar de haber pasado más de treinta años, en su memoria permanecen los recuerdos de aquellas personas que la torturaron y con quienes sufrió el encierro y las angustias.
“María del Carmen Poblete fue la primera que me pidió que la acompañara a parir. Entonces, nos bajaron al sótano. Allí estaban el doctor (Jorge Luis) Magnacco y (Carlos Octavio) Capdevila (ambos imputados en esta causa). María del Carmen tuvo una niña en junio de 1977. Por esos días inauguraron la sala de las embarazadas llamada la Pequeña Sardá. Héctor Febrés visitaba constantemente esta sala, les llevaba a las embarazas un moisés y les hacía escribir una carta con los datos de las personas a quienes las madres querían dejar sus bebés porque, supuestamente, serían entregados a sus familiares”, recordó Sara.
Luego, contó que Ana de Castro llegó a la Esma embarazada de dos meses. “Fue torturada y a los siete meses de embarazo le practicaron una cesárea. El bebé fue puesto en una incubadora. Ella me pedía que le dijera cómo era el bebé y si estaba bien”, continuó. Dos días después, “Pichona” y Ana fueron trasladadas de la ESMA. “Nunca más supimos de ellas, continúan desaparecidas”, declaró y denunció que “a medida que las embarazadas tenían a sus hijos las separaban de ellos” y que “muchos de estos niños fueron apropiados por los militares”. “El encargado en ese momento de decidir acerca de la vida y la muerte de los secuestrados era Jorge Eduardo (“Tigre”) Acosta”, acusó
La sobreviviente también contó que las embarazadas recibían un “trato especial” porque las dejaban salir a caminar un poco sin quitarles los grilletes y les daban frutas. De todas formas, también eran torturadas.
Luego, detalló algunos de los lugares que conoció dentro de la Esma durante su cautiverio: “El Sótano, la celda tres, la ‘Avenida de la felicidad’. Allí torturaban y, en las afueras de este lugar, ponían música deprimente con alto volumen para que no escucháramos los gritos. En el tercer piso estaba la sala llamada ‘La Capucha’, donde había muchos cajones para muertos. Ahí permanecíamos los secuestrados encapuchados, incluidas las embarazadas, hasta que inauguraron la sala de las embarazadas, llamada ‘Pequeña Sardá’. La pecera era otro lugar de reclusión”.
En la última etapa de la audiencia, la defensa inició su interrogatorio con la firme intención de encontrar contradicciones en la declaración de Sara. Se hicieron comparaciones con declaraciones anteriores pero esto corroboró que, aunque los testimonios fueron rendidos en tiempos diferentes, sigue siendo la misma historia de horror.
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