jueves, 30 de junio de 2011

Una monja aseguró que vio a niños en el Hospital de Campo de Mayo

(Fuente: Telam)


Una monja paraguaya dijo ayer que vio un niño de siete años y dos hermanitas de dos y cuatro, primos entre sí, en el Hospital Militar de Campo de Mayo, en 1976, y que las niñas lloraban llamando su mamá mientras el varoncito les aseguraba que "la madre no está más”.



Nicomedes Caracho, cuyo nombre religioso es Hermana Felisa, declaró ayer ante el Tribunal Oral en lo Federal 6 en la causa por el plan asistemático para el robo de bebés cuando sus madres estaban en ilegal cautiverio durante la última dictadura militar.



Pese a las reiteradas evasivas, con respuestas tales como “no me acuerdo”, “no sé”, “no estoy segura”, la mujer admitió que en una oportunidad la madre superiora de pidió “sábanas para pacientes NN” y cuando se le pidió que aclare a quienes se refería sostuvo que son “aquellos que no tenían nombre”.



La reticencia de la monja, quien dijo haber ingresado al centro de salud en 1976 y que permaneció allí hasta 1982, comenzó cuando la presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, le preguntó si “sabía lo que pasaba en el país”, a lo que la mujer respondió que “No. No sabía que estábamos en peligro” aunque no aclaró el contenido de su afirmación.



“¿Usted recibió alguna amenaza, coacción o dinero para declarar de esta forma?”, le preguntó la jueza, quien fue más allá y le ofreció a la testigo la posibilidad de testimoniar sin público, pero la Hermana Felisa rehusó la propuesta porque “estoy diciendo lo que tengo que decir”.



La religiosa sostuvo que “nunca nadie le comentó que hubiera embarazadas llevadas a parir” a ese lugar y cuando Roqueta le dijo si conocía los motivos por los cuales estaba declarando respondió “algún día lo voy a pensar”, lo que motivó que la jueza le replicase “piénselo ahora que está declarando ante un tribunal”.



Caracho sostuvo que estaba bajo la coordinación de la Madre Luciana y la Hermana Imelda aunque dijo no conocer los nombres de civiles de ambas religiosas porque “son croatas y sus apellidos son muy difíciles”.



Sobre el área de epidemiología, donde según testimonios eran llevadas prisioneras embarazadas, la testigo dijo que “nunca” escuchó que se hablase de partos, “ni vio” personas heridas y que su labor se limitaba a “distribuir comida y ropa a los soldados y hacer la limpieza”, en referencia a los pacientes.



En este proceso son sometidos a juicio los represores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone, junto con Jorge “el Tigre” Acosta, Santiago Omar Riveros, Rubén Franco, Antonio Vañek, Juan Azic, y el médico Jorge Magnacco, a quien se imputa su intervención profesional en los partos.



Todos los represores son juzgados por los delitos de sustracción, retención y ocultamiento de menores y sustitución de sus identidades en 35 casos.

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