(Fuente: Alejandra Dandan - Página/12)
“A raíz de las operaciones de
inteligencia que personal de este grupo de tareas realiza en zona de fronteras
juntamente con personal de PNA; Operación ‘S’ ‘Yacaré’ el 040680 fue detectado
el DTB (n.d.r.: delincuente terrorista montonero) NG (nombre de guerra):
‘Carlos’ o ‘Chicho’; NL (nombre legal): Orlando Antonio Ruiz, que se dirigía a la Ciudad de Buenos Aires en
compañía de sus dos hijos de 4 y 2 años de edad y de su esposa la de DTM MG:
‘Victoria’ NL: Silvia Beatriz Dameri de Ruiz.”
El informe continúa. Escrito en
máquina de escribir, está encabezado por las ahora formas fantasmales de la Escuela Mecánica
de la Armada GT
3.3.2 (ver imagen aparte). El documento se presentó durante el juicio oral por
el plan sistemático de robo de bebés. Es parte de la información que recogió
para su investigación de los niños apropiados durante la dictadura la
periodista Analía Argento en su libro De vuelta a casa. A pedido de los
abogados de Abuelas de Plaza de Mayo y de la fiscalía que encabeza Martín
Niklison, el Tribunal Oral Federal 6 convocó a la periodista para hablar de ese
documento que confirma que existen archivos de las fuerzas de seguridad, o que
las fuerzas de seguridad dejaron claramente asentados los pasos que iban dando
en su convencida lucha contra la “subversión”. Y, en el marco de esta causa,
reconocen que con los adultos fueron secuestrados además los niños.
“Cuando vimos el documento, pedimos
que acompañara como prueba la causa del plan sistemático y además la causa que
por la identidad de Laura Ruiz Dameri”, dice el abogado Alan Iud de Abuelas de
Plaza de Mayo en referencia al juicio que todavía está pendiente por
apropiación de una de las niñas que nació en la ESMA y avanza contra el ex prefecto Juan Antonio
Azic. “Ese documento revela por un lado que hay archivos de inteligencia del
terrorismo de Estado, no sabemos dónde, pero están, es una muestra más de que
cuando los jueces detienen a los imputados deberían, por ejemplo, sin
excepciones, allanar sus domicilios y domicilios asociados. Por otro lado,
muestra documentación precisa del momento en el que los detuvieron señala que
no hubo una persecución azarosa sino que todo fue planificado y finalmente que
sabían que estaban secuestrando a unos chicos.”
El documento
Analía Argento tuvo una certeza del
valor que tenía ese documento que le dio una de sus fuentes cuando lo consultó
con el Equipo Argentino de Antropología Forense. El texto revela el día preciso
del secuestro de los Ruiz Dameri, del que hasta ese momento sólo se sabía que
había sido a comienzos de junio de 1980, mientras volvían por segunda vez al
país en el marco de la
Contraofensiva de Montoneros. Además, es un prueba de los
mecanismos de tortura, llamados evasivamente “interrogatorios”. Y, entre otras
cosas, confirma el “cerrojo” que tendieron a la organización los militares
argentinos en coordinación con las fuerzas de seguridad de los países asociados
al Plan Cóndor.
“Luego de producirse la detención de
la totalidad del grupo familiar –dice el documento– 17.15 hs aproximadamente y
practicado los interrogatorios iniciales se desprende: 1. Tanto el NG ‘Carlos’
como NG ‘Victoria’ realizaron el curso de TEI (n.d.r.: tropas especiales de
infantería) en Líbano (abril/junio de 1979); 2. Realizaron el curso TEA
(n.d.r.: Tropas especiales de agitación) en México (principios de 1980).
También explica que en su equipaje encontraron documentación en blanco y sellos
de goma.”
Hacia el final, señala: “Se
recomienda no difundir la presente información y manejarla con suma discreción
ya que este grupo de tareas continúa con la investigación del caso en cuestión
a los efectos de poder determinar las conexiones con otros DT ya sea del país
como del exterior”.
Los Ruiz Dameri
Víctor Basterra es uno de los
sobrevivientes que vio a los dos niños adentro de la ESMA. Una vez se asomó a
un pasillo del centro clandestino y vio a Marcelo correr a toda velocidad.
Atrás lo corría su hermana más chica montada en un par de guillerminas.
Silvia y Orlando habían logrado
escaparse a Brasil, de Brasil se fueron a Suiza, donde nació María de las
Victorias. De Suiza viajaron a Madrid, les dejaron los niños a una pareja de
compañeros para llevarlos a Cuba. Y ellos viajaron al Líbano donde Montoneros,
dice Analía, tenía un acuerdo con la
OLP para hacer los entrenamientos militares. En aquel
momento, Silvia se sacó una foto que todavía guarda María de las Victorias:
“Para mis chiquitos hermosos –escribió ahí–, de mamá que los quiere y extraña
mucho”.
Desde el Líbano hasta el secuestro
pasó tiempo todavía. Y discusiones políticas adentro de la organización. Los
dos entraron a Argentina para la primera etapa de la Contraofensiva ,
lograron irse otra vez, viajaron a México y Cuba y volvieron al país con los
niños. Querían instalarse en uno de los barrios para dedicarse a la tarea de
agitación política. Nunca pudieron llegar.
Silvia estaba embarazada en ese
momento. Basterra no volvió a ver a los niños hasta que los encontró en una
fotografía.
“Aún hoy a Basterra lo persiguen las
imágenes de todo lo que vio mientras estuvo allí detenido”, dice Argento en el
libro. “No olvida aquellas fotos que reveló un día. No sabe quién las sacó
aunque supone que fue el suboficial ‘Willy’, el encargado de atender a los
chicos y de llevar y traer cosas para los detenidos que eran trasladados a
otros lugares aunque seguían bajo la órbita de los grupos de la ESMA , como era el caso de
aquella familia. Bajo la tenue luz roja de la oficina del sótano aparecieron,
sumergidas en el líquido revelador, las caras de los mismos chiquitos que vio
un día corriendo y de su hermanita recién nacida. El nene y la nena estaban
sentados junto a su mamá, que le daba la teta al bebé. Parecía la foto de un
álbum familiar. Con asombro vio más: los chicos jugando, los chicos corriendo,
la mamá abrazando a sus hijos en un jardín con plantas y hasta una piscina en
el fondo. Reconoció en las imágenes la Quinta Pacheco , en
la zona norte de la provincia de Buenos Aires, donde los marinos llevaban a
algunos detenidos. El había estado allí y también había estado en una isla en
el Delta del Tigre cuando trasladaron a los detenidos para que no fueran vistos
durante la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) en 1979” .
Lo que sucedió después es tal vez
más conocido. Los marinos alejaron de Buenos Aires a los dos hijos más grandes.
A Marcelo lo dejaron en la puerta de la Casa Cuna de Córdoba con un cartel: “Soy Marcelo
–decía–. Mi mamá no puede cuidarme. Que Dios los ayude. Gracias”. Todavía hoy
se acuerda algo de aquel viaje. La idea de un Peugeot 404 bordó, el mismo Willy
ubicado como chofer y una fecha de diciembre de 1980, casi seis meses después
de la detención. A María de las Victorias también le pusieron un cartel, pero
la dejaron en Rosario. Los dos fueron adoptados legalmente. El recuperó su
identidad en 1989; su hermana, que cuando le preguntaban qué quería decía: “un
hermano más grande”, la recuperó en 2000.
Azic se apropió de aquella niña
recién nacida en la Esma.
Laura recuperó su identidad en 2008. Creció al lado de la
diputada Victoria Donda, también apropiada por el prefecto.
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