miércoles, 27 de abril de 2011

Testimonio de un sobreviviente. Partos en la comisaría

Por Alejandra Dandan

La causa por el plan sistemático del robo de bebés volvió a situarse en la comisaría 5ª de La Plata. Uno de los sobrevivientes del centro clandestino habló ayer del embarazo de Inés Ortega, del nacimiento de su hijo y de las otras parturientas que estaban en el lugar: “Cuando se llevaron a Inés se escuchaban los gritos y de repente sentimos una alegría un poco rara –dijo Hugo Pablo Marini–, porque se escucharon los llantos, había mucho alboroto, felicitaciones, llantos y bronca, todas emociones encontradas”.

Hasta antes de sentarse ante el Tribunal Oral Federal 6 que ayer lo escuchó hablar, Marini no sabía qué había sucedido con ese niño. Sabía que el bebé había vuelto con su madre a la celda enseguida, que estuvo con ella durante unos días y que luego se lo habían robado. Minutos después, ya en el pasillo, supo que ese chico recuperó su identidad, se llama Leonardo Fosatti, trabaja con las Abuelas de Plaza de Mayo y declaró la semana pasada.

Marini era vicepresidente del centro universitario de Chacabuco, militaba en la Juventud Peronista Universitaria y se había afiliado al Partido Auténtico. Lo secuestraron el 11 de enero de 1977. Primero lo llevaron a la Brigada de San Nicolás, luego al Pozo de Arana y finalmente a la comisaría 5ª de La Plata, donde permaneció hasta el 30 de marzo.

“Estuve esposado, con las manos atadas a las espaldas la mayor parte del tiempo, tabicado, pero no considero que se me hayan cometido actos de tortura a sabiendas de lo que sufrieron los demás compañeros. No considero que mis dichos puedan ser relevantes, pero sí me golpearon, estuvimos días sin comer, me dieron toques de picana, simulacros de tiros”, dijo.

Marini explicó que cuando llegó a la comisaría 5ª había unas cuatro o cinco embarazadas. “Las chicas eran llevadas al baño para bañarse cada dos o tres días, las traían de a tres o de a cuatro, una se quedaba en el patio, otra se bañaba y la otra, que podía ser la esposa de algún compañero, se quedaba charlando con nosotros.”

Entre las embarazadas estaba Adriana Calvo, que murió el año pasado, pero durante su cautiverio ayudó a Inés Ortega con el trabajo de parto. Marini nombró además a Inés y a Elena de la Cuadra.

“Inés había entrado en trabajo de parto y me acuerdo que pedían por favor que el cabo de guardia la fuera a atender. Las chicas gritaban, todo era un infierno hasta que se la llevaron. Sacaron a Inés y a alguien que la acompañaba, mientras tanto le gritaban y le decían de todo. Pasaron unas horas y volvieron con el bebé, después supe que el nacimiento fue en la misma comisaría.” Inés tuvo a su hijo en la cocina. Cuando la devolvieron, la llevaron a bañarse y en ese momento logró hablar por la mirilla con su marido, que también estaba secuestrado”, dijo Marini. Los padres de Leandro estuvieron unos días más en el lugar. Ambos están desaparecidos.

Cuando Marini recuperó la libertad, el 30 de marzo, Inés todavía estaba ahí. A él lo llevaron a hablar con una persona que parecía el jefe. “Era alguien muy, muy importante. Se notaba por el rigor que tenían todos los demás, era una persona muy rígida, un hombre muy puntilloso, no se oía una voz que no fuera la de él mientras hablaba; por debajo de la venda se le veían los zapatos lustrados, el pantalón a rayitas muy definidas, tenía un lenguaje muy propio, hablaba con mucha precisión.”

Un día y medio después de esa reunión, a Marini lo sacaron en un auto y lo dejaron en la Circunvalación de La Plata, a unas cinco cuadras de la comisaría 5ª. En ese momento escuchó lo de siempre, que el silencio es salud, que no dijera nada.




Fuente: Página/12

martes, 26 de abril de 2011

Novedades en el cronograma

Miércoles 27 de abril:
Gustavo Caraballo
Lidia Papaleo
Hugo Alberto Fernández Plaul

Lunes 2 de mayo:
Martín Rodolfo Carriquiriborde
Estela De la Cuadra

lunes, 25 de abril de 2011

“Es un procedimiento que tienen para ubicar a los hijos de subversivos”

Hilda Victoria Montenegro declaró durante más de dos horas en el juicio por “Plan sistemático de apropiación de menores” y en su testimonio dejó claro el entramado en el que fue apropiada por el coronel Herman Antonio Tetzlaff, jefe del grupo de tareas del Centro Clandestino de Detención "El Vesubio", y su esposa María del Carmen Eduartes. “Es un procedimiento que tienen para ubicar a los hijos de subversivos”, contó Victoria que Tetzlaff explicó al represor Santiago Omar Riveros, cuando indagó sobre lo que ocurría con los hijos de los militante secuestrados.
“Yo nunca tuve dudas, siempre creí que era hija de Herman y Mari”, así comenzó su relato la hija de Hilda Ramona Argentina Torres y de Roque Orlando Montenegro, desparecidos entre el 10 y el 13 de febrero de 1976. “La única duda que tenía era sobre el horario en que había nacido”, detalló Victoria quien hasta que la justicia le restituyó su identidad en junio de 2001 vivió convencida de que era la hija del represor y su esposa. Fue entonces que se enteró de que quién decía ser su padre era en realidad el coronel que lideró el operativo en que asesinaron a sus verdaderos padres, Hilda y Roque. “Para mí era todo mentira, porque él siempre me había dicho que había habido una guerra y que le habían armado una causa”.
Cuando la justicia comenzó a avanzar, Tetzlaff le dijo a Victoria (quien en aquel entonces llevaba el nombre de María Sol Tetzlaff) que la cosa se estaba complicando y que seguramente la harían hacerse los análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos, “que estaba manejado por las Abuelas de plaza de Mayo” y que por tal motivo seguramente el resultado sería que era hija de desaparecidos. “Alguien desde afuera puede creer que es ilógico que yo creyera eso, pero en la cabeza de uno, no”, aseguró Victoria, en un desgarrador testimonio que daba cuenta de lo difícil que fue para ella desarmar la mentira en la que había vivido. “Recién hace dos años que puedo decir que me llamo Victoria Montenegro, lamento no haber podido construir un vínculo con mis abuelos maternos, que eran militantes y entonces no los entendía, hoy ya están muertos”.
Victoria fue describiendo sus vivencias de la infancia y adolescencia, criada con severidad: “yo no podía sacarme un ocho, porque me fajaban”, aseguró. El represor además, desde niña llevaba a Victoria al cuartel, la sentaba a su derecha y la hacía participar de los relatos en los que describía los operativos que comandaba. La nieta también describió lo violenta que se volvió la casa de apropiada cuando Tetzlaff comenzó a ser citado por la justicia: “Las conversaciones terminaban siempre a los gritos con la 45 sobre la mesa”.
Victoria fue contando su historia a la vez que daba cuenta de cómo lentamente iba comprendiendo lo que había sucedido. Así el relato que comenzó dando cuenta de una joven que se negaba a conocer su familia, terminó lamentando no haber podido preguntar al apropiador dónde estaban sus padres: “porque estoy segura de que él lo sabía”. “Yo ahora entiendo un montón de cosas, sé por ejemplo que mi papá jamás habría terminado una conversación poniendo un revólver sobre la mesa, ni que hubiese torturado y disfrutado de contar sus proezas”, explicó entre sollozos.
Tetzlaff está muerto, pero muchos fueron los que colaboraron para que mantuviera su impunidad en años de democracia. El fiscal Juan Martín Romero Victorica fue uno de los señalados por Victoria, como los magistrados que mantenían a Tetzlaff al tanto de los avances de su causa: “Él siempre sabía lo que iba a pasar 20 días antes, porque Victorica lo llamaba por teléfono”. Romero Victorica fue quien le puso los abogados a Herman Tetzlaff para que pudiera sortear la justicia, e intentó convencer a Victoria de que armara un escándalo mediático para destituir al ex juez Roberto Marquevich cuando se encontraba al mando de la causa por su apropiación. “La última vez que lo vi fue para preguntarle cómo hacer para mantener mi nombre de apropiada, pero cuando vio mi DNI me dijo ‘Vos ya no sos más María Sol’, dejá que te voy a llamar, y nunca más me llamó”.
Luego de la declaración de Victoria Montenegro, la fiscalía y la querella de Abuelas de Plaza de Mayo pidieron que se investigue penalmente ante la Cámara Nacional de Casación Penal si el fiscal Juan Martín Romero Victorica incurrió en algún acto delictivo.

miércoles, 20 de abril de 2011

La nieta Victoria Montenegro declará en el juicio por robo de bebés

Abuelas de Plaza de Mayo convoca a las audiencias públicas del juicio oral y público por Plan sistemático de apropiación de menores contra los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone, que se realizan todos los lunes y martes, y miércoles por medio, en los tribunales de Comodoro Py. El próximo lunes 25 de abril, a las 9.30, declarará la nieta restituida Victoria Montenegro Torres, quien recuperó su identidad en julio de 2000.
Videla y Bignone están siendo juzgados junto a los represores Antonio Vañek, Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta, Santiago Omar Riveros, Rubén Oscar Franco, Juan Antonio Azic y Jorge Luis Magnacco por más de 30 casos de robo de bebés.
Es importante contar con el acompañamiento de los medios y de la sociedad en general para que todos conozcan las atrocidades cometidas contra nuestras hijas y nietos y así nunca más se repitan estos crímenes.

La acreditación será en el ingreso de la sala de audiencias.

“Restituí mi identidad y la de mi hijo”


Carlos Leonardo Fossati, quien nació en la comisaría quinta de La Plata, dio ayer su testimonio. En el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, el hijo de Inés Beatriz Ortega contó que nació durante el cautiverio de su madre y fue entregado a un matrimonio que lo crió “de buena fe”. A los 28 años recuperó su identidad.

Por Alejandra Dandan

Leonardo Fossati vivió durante toda la vida en un radio no mayor a las diez cuadras de la comisaría quinta de La Plata, el centro clandestino donde nació él, donde estuvieron secuestrados sus padres, datos que recién conoció a los 28 años. “Es paradójico –dijo–: mi familia paterna también vivió muchos años muy cerca, a cinco o seis cuadras y yo iba a jugar a la misma plaza donde mi familia iba a tomar mate.”

Carlos Leonardo Fossati nació en la cocina de la comisaría quinta de La Plata, después de un día de trabajo de parto. Su madre estaba secuestrada desde el 21 de enero de 1977; se la habían llevado de Quilmes con siete meses de embarazo. A Inés Beatriz Ortega le decían Inecita porque en los grupos en los que estaba solía ser la más chica, tenía 17 años, era estudiante secundaria, militaba en la UES. Su padre tenía su mismo nombre, le decían La Chancha porque siempre fue ancho y petiso. Era estudiante de Historia, militante de Montoneros, y el día del secuestro iba al mismo bar con su madre. A los dos se los llevaron a la comisaría quinta. Leonardo supo muchos años después que el baño del centro de exterminio tenía una ventanita por la que sus padres algunas veces se comunicaron. Que su padre siguió así el embarazo. Y festejó a los abrazos con sus compañeros el día que escucharon su llanto.

“Yo nací el 12 de marzo de 1977 en ese centro clandestino de detención estando mi mamá atada de pies y de manos ante las personas que la tenían secuestrada y que en ese mismo momento la insultaban”, dijo Leonardo de corrido apenas empezó a hablar. Se sentó en la audiencia de los Tribunales de Retiro, durante el juicio por el Plan Sistemático de Robo de Bebés. Apenas había empezado cuando un defensor interrumpió:

–¿No es que los testigos deben hablar de cosas que hayan conocido a través de sus sentidos? –le inquirió a la presidenta del Tribunal Oral Federal 6 María del Carmen Roqueta que lo paró y le dijo sencillamente que iban a dejar hablar al testigo. “¿Entonces, ¡vamos a escuchar todo!?”, insistió el abogado. “Sí doctor –dijo ella–, vamos a escuchar todo.”

Leonardo siguió adelante
“Lo que sé lo sé porque una de las sobrevivientes, Adriana Calvo, participó y ayudó en el trabajo de parto de mi mamá en la celda.” Adriana estaba secuestrada, y un día antes del parto empezó a llamar a los guardias para pedirles un médico porque el niño iba a nacer. “Fue en ese momento que la llevaron a la cocina –dijo Leonardo–. Y una vez que nací la llevaron conmigo a la celda donde estuvimos aproximadamente entre uno o dos días hasta que uno de los guardias entró diciéndole a mi madre que ‘el coronel me quería conocer’ y a partir de ese momento nos separaron para siempre no sabiendo mi mamá a dónde me iban a llevar, ésas fueron las circunstancias de mi nacimiento, digamos.”

Leonardo trazó su historia organizada desde el principio hasta el presente en el sentido perfectamente inverso al que la conoció 28 años más tarde.

“El 20 de marzo a mí me anota como hijo propio la familia que me crió”, dijo. Y subrayó la idea de que también los habían engañado a ellos. La familia estaba intentando adoptar a un niño. Ese 20 de marzo supieron a través de una compañera de trabajo que una partera de La Plata tenía en su casa a un varón. Había nacido supuestamente ese día, y les dijo que era hijo de una estudiante cordobesa que había llegado a La Plata. “Obviamente que no fue una adopción con todos los trámites de la ley, pero sí fue de buena fe. A partir de ahí me criaron”, explicó.

Leonardo no supo que había sido adoptado. Pero toda la vida dudó de su identidad. Había cosas tangibles que lo hacían sospechar como los parecidos físicos. No era ni como los supuestos padres, ni como la hermana, nacida en el ’72, también adoptada. Esos padres tenían la edad de los abuelos de sus compañeros de escuela. En la casa había fotos de cuando eran niños pero no de los embarazos. “O había otras muchas sensaciones –dijo él– que son muy difíciles de explicar pero que me acompañaron durante toda mi vida.”

En 2004 se acercó a Abuelas con buena parte de esas dudas presentes. Algo había cambiado cuando nació su hijo. “Es un momento en el que las cosas internas empiezan a cambiar y entre ellas estaba mi origen y mi identidad, creía que era importante conocer la verdad y entonces me acerqué a una tía de crianza para preguntar.” Por ese camino, conoció la historia de la partera y la estudiante y habló con quienes aparecían como sus padres. Tiempo después llegó a Abuelas. “Me acerqué pensando que bueno, yo había nacido en el año ’77 en La Plata, una de las ciudades más castigadas por la dictadura militar, no tenía muchos más datos, sabía que me podían dar una mano y ayudarme aunque –dijo– tenía muy pocas expectativas sobre mi origen.”

Leonardo dudaba. No creía que pudiera ser hijo de desaparecidos. “Siempre asocié a los jóvenes con una identidad falsa a las familias que pertenecían a las fuerzas militares, los poquitos casos que conocía generalmente eran así. Como ése no era mi caso –explicó– creía que no tenía ese origen. En agosto de 2005 pude conocer la verdad y saber quién soy, quiénes son mis padres, que mi familia me estuvo buscando 28 años.” Y dijo: “Pude restituir mi identidad y a su vez a mi hijo y para mí eso fue fundamental en mi vida y es fundamental en la vida”.

Desde entonces, viene conociendo la historia de sus padres. Del centro clandestino. Intentó recuperar eso que los nietos esperan encontrar cuando saben la verdad: el tiempo perdido. Pero eso, dijo Leonardo, es algo que no se recupera nunca. “Y es por eso que estoy acá –explicó–: para dar mi testimonio y para demostrar que esto fue verdad, no fue al azar y que fue un plan que estuvo premeditado y en el cual toda mi familia, al igual que el resto de las familias, fueron víctimas y seguimos siendo víctimas porque mis papás siguen desaparecidos y yo los sigo buscando.”

En el piso de arriba, casi vacío, un policía estaba de pie petrificado, escuchando. Abajo estaban sentados los integrantes de los organismos de derechos humanos y entre ellos hijos de desaparecidos y nietos recuperados. Horas antes de empezar Leonardo se encontró por primera vez con uno de los compañeros de su padre, una de las personas que acaba de conocer entre esos datos que sigue buscando. En estos años supo que su madre tenía una hermana gemela. Que ella quedó embarazada el mismo mes, que después del secuestro de Inés pasó a la clandestinidad y se exilió en Suecia. Que la familia de su padre siempre vivió a unas cuatro o cinco cuadras de su casa. Que la comisaría quinta estaba a la misma distancia. Que la partera permaneció siempre también ahí.

“Para mí es muy importante estar acá”, dijo al final de la audiencia. “A mi familia le arruinaron la vida, este último terrorismo de Estado les quitó a sus seres más queridos y los que quedaron vivos algunos sufrieron torturas físicas, pero otros las torturas de las pérdidas y de la incertidumbre durante muchísimos años y el hecho de que hasta hoy en muchos casos no haya habido justicia para mí es algo increíble.” Por eso agregó que esto, que el juicio, lo que significa para él es entre otras cosas la posibilidad de volver a creer en la Justicia. Que esto es además no sólo su problema, sino que es un problema de todos.


Fuente: Diario Página/12
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-166621-2011-04-20.html

viernes, 15 de abril de 2011

El nieto Leonardo Fossati declara en el juicio por robo de bebés

Abuelas de Plaza de Mayo convoca a las audiencias públicas del juicio oral y público por Plan sistemático de apropiación de menores contra los ex dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone, que se realizan todos los lunes y martes, y miércoles por medio, en los tribunales de Comodoro Py. El próximo 19 de abril a las 9.30 declarará el nieto restituido Leonardo Fossati Ortega, quien recuperó su identidad en agosto de 2005. Videla y Bignone están siendo juzgados junto a los represores Antonio Vañek, Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta, Santiago Omar Riveros, Rubén Oscar Franco, Juan Antonio Azic y Jorge Luis Magnacco por más de 30 casos de robo de bebés. Es importante contar con el acompañamiento de los medios y de la sociedad en general para que todos conozcan las atrocidades cometidas contra nuestras hijas y nietos y así nunca más se repitan estos crímenes. La acreditación será en el ingreso de la sala de audiencias.

Actualización del cronograma de testigos

18/4: Patricia María Pérez Catan; Raúl Guillermo Elizalde; Héctor Javier Quinterno; Susana Leonor Ortega; Juan Corvalán

19/4: Carlos Leonardo Fossati Ortega; Gabriela Gooley; Norberto Oscar Osle; María Alejandra Castellini y Miguel Angel Laborde

martes, 12 de abril de 2011

Camps: "Lo que hice fue entregar a algunos niños para que les encontrasen nuevos padres"

En su declaración testimonial de ayer, la presidenta de Abuelas Estela de Carlotto citó dos entrevistas al ex jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps en las que éste reconocía torturas, desapariciones y robos de bebés. El tribunal incorporó el material a la prueba documental del juicio:

  • "Me responsabilizo de 5.000 desapariciones". Entrevista a Ramón Camps, Revista Tiempo, 7/11/1983, Madrid.

  • "Los desaparecidos están muertos". Entrevista a Ramón Camps, Diario Pueblo, 27/01/1983, Madrid, reproducida por Revista Bimestre Político y Económico, Año 2, N° 7, ene/feb 1983.

Quienes estén interesados en disponer de este mnaterial pueden solicitarlo en formato PDF a la siguiente dirección: difusion@abuelas.org.ar

"Pensaron que al entregarme a mi hija muerta me iban a aniquilar, pero seguí luchando con la fuerza del amor"

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto continuó, en la mañana de hoy, con su declaración en el juicio por “Plan sistemático de apropiación de niños”, que se había interrumpido el último 4 de abril, por cortes de luz.


Carlotto recordó cuando, junto a otras Abuelas, viajó a Brasil y se encontró con ex detenidos que habían estado con mujeres embarazadas en campos clandestinos de detención. En uno de esos viajes, Alcira Ríos, una ex presa, le contó que había estado detenida con “Rita”, como se apodaba la hija de Estela, Laura, y que efectivamente había dado a luz un varón.


“Me dijo que ella le había prestado una prenda interior, porque Laura no tenía y la iban a liberar”. Estela contó que Alcira le dio la buena noticia de que su nieto había nacido, pero ella le tuvo que dar la mala: “A Laura no la liberaron, la mataron”. Luego relató cómo se enteraron ella y su marido de que Laura había sido asesinada: “Recibimos una notificación de la subcomisaría 9ª, en la que nos pedían que nos presentáramos. Fue un viaje interminable, imaginábamos lo peor, luego, más positivamente, que encontraríamos a Laura y su hijo, al hijo... Cuando llegamos nos llevaron un despacho y nos mostraron el DNI de Laura y nos preguntó si la conocíamos. Le dijimos que era nuestra hija y él nos informó que había fallecido. Yo que no me sobresalto, comencé a gritarle '¡asesino!'”.


Cuando fueron a buscar el cuerpo Estela no pudo ver a su hija. “Mi marido me dijo que estaba irreconocible, que era mejor que me quedara con el recuerdo de vida”. Sin embargo, Estela levantó los diarios que la cubrían y alcanzó a ver el vientre perforado: “Se ve que le dispararon para no dejar rastro del embarazo”, reflexionó. El cuerpo de Laura estaba junto al de otro joven NN. El empleado del cementerio se quejó de que todo el tiempo le llegaban cuerpos que debía enterrar como NN y no se los pagaban. “Si ustedes no llegaban antes de las 12, yo la tenía que enterrar como NN”, cuenta Estela que dijo el hombre.


“Pensaron que al entregarme a mi hija muerta de 23 años me iban a aniquilar. Lejos de eso seguí luchando, con la fuerza del amor”, expresó la presidenta de Abuelas: “Seguí con las Abuelas”. Estela siguió con el relato de la búsqueda que emprendió con sus compañeras, quienes lentamente fueron sumando indicios que dieron cuenta de que los dictadores habían ideado un plan sistemático de robo de bebés. Al respecto, la presidenta de Abuelas citó una entrevista realizada a Ramón Camps por un medio español, en la que el represor afirmó que no había matado a ningún niño porque los entregaba a familias para que fueran “bien” criados.


“Mi compromiso, por el que hoy estoy acá, es para demostrar que hubo un plan sistemático de apropiación, para contar cómo ocurrieron las cosas porque tenemos pruebas de todo lo que afirmamos. Para que la historia se cuente como fue y para que no se repitan estas atrocidades”, quiso dejar en claro Estela.


“A estos hombres (los que están siendo juzgados) que reivindican los delitos que cometieron y no nos dicen dónde están nuestros nietos, espero que les caiga todo el peso de la ley. La justicia será la única forma de que esta democracia sea permanente y que nunca más se repitan estos crímenes”, concluyó.

viernes, 8 de abril de 2011

El lunes continúa la declaración de Carlotto

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, volverá a declarar, en el marco del juicio por Plan sistemático de robo de bebés, el próximo lunes 11 de abril a las 9.30, en los Tribunales de Comodoro Py. La presidenta de Abuelas comenzó su testimonio, el pasado el lunes 4 de abril, pero debió suspenderse debido a reiterados cortes de luz. Carlotto, que pudo describir el secuestro de su marido y luego el secuestro y desaparición de su hija y nieto, continuará profundizando su declaración con el relato de la búsqueda colectiva de los niños apropiados durante la última dictadura.

Los nacimientos en el centro clandestino Pozo de Banfield

El martes 6 de abril, en el juicio por la apropiación sistemática de niñas/os durante la última dictadura, se conocieron los testimonios de los ex detenidos Rubén Bricio y Pablo Díaz. Ambos estuvieron secuestrados en el centro clandestino “Pozo de Banfield” donde se registró la permanencia de un gran número de embarazadas que dieron a luz allí. El primero en brindar su testimonio en la audiencia fue Rubén Bricio quien al ser consultado por las mujeres embarazadas recordó que “había más de una, estas chicas estallaban en llanto porque tenían miedo de morir junto a sus criaturas”. Pablo Díaz recordó que mientras estuvo detenido llevaron a su celda a Gabriela Carriquiriborde, ella estaba en sus últimos meses de embarazo. Tanto Gabriela como su bebé nacido en cautiverio continúan desaparecidos. “El médico venía por las embarazadas” dijo Pablo Díaz refiriéndose al médico policial Jorge Antonio Bergés, quien como dependiente de la Dirección General de Investigaciones recorría los centros clandestinos ocupándose de la atención médica de los detenidos salvajemente heridos en las torturas y en los operativos de secuestro, como de las revisaciones periódicas de las mujeres embarazadas y la asistencia de sus partos. En el CCD, tanto Pablo como Rubén, permanecieron en el segundo piso del edificio donde se encontraban las celdas que se distribuían en dos sectores simétricos entre los que se dividían los 24 cubículos que no superaba el metro cincuenta centímetros de ancho por dos metros y medio de largo. En las cabeceras de este piso se encontraban de un lado los baños y del otro la entrada. Pablo Díaz también hizo mención al paso por este centro de Stella Maris Montesano y a Cristina Silvia Navajas, ambas mujeres y sus hijos nacidos en cautiverio permanecen desaparecidos. Informe: Milva Benitez.

miércoles, 6 de abril de 2011

Parir en el Pozo de Banfield


El sobreviviente de La Noche de los Lápices dio detalles del cautiverio que compartió con Gabriela Carriquiriborde, una desaparecida que pusieron en su celda para que la cuidara hasta que diera a luz. Habló de otras dos embarazadas.



Por Alejandra Dandán


Acababan de preguntarle si para los guardias la situación de las embarazadas podía pasar inadvertida. Pablo Díaz dijo que no. Que a tal punto no pasaban inadvertidas que a ellos, que eran los más chicos, los secundarios de 15 o 16 años, les dieron el trabajo de cuidarlas. “Y una vez, (el médico represor Jorge) Bergés entró diciéndoles a los guardias que respondan a nuestros llamados, que las embarazadas en el centro clandestino eran como las ‘joyas de la abuela’.”


Pablo Díaz llevaba tiempo en el Pozo de Banfield, en una celda a la que por sus dimensiones no se atreve ni siquiera ahora a nombrarla así. Permanecía tirado en el piso. Había sido secuestrado en la madrugada del 21 de septiembre de 1976, a pocos días de otros estudiantes secundarios de La Plata, lo que después se recordó como La Noche de los Lápices. Pasó por el pozo de Arana y después por ese espacio que reconoció años más tarde, en Banfield, donde no le hicieron más interrogatorios porque los que estaban ahí sólo esperaban el turno para morir. Ayer volvió a contar su historia ante el Tribunal Oral Federal 6, esta vez a la luz del juicio por el plan sistemático de robo de bebés. En los Tribunales de Retiro habló de tres embarazadas de las que supo o con las que tuvo contacto, entre ellas Gabriela Carriquiriborde, a quien pusieron en su celda a comienzos de diciembre de 1976 hasta que llegó el momento del parto.


“Cuando cerraron la puerta lo primero que vi fue esa figura muy chiquita, casi de mi edad, de 21 o 22 años, con vendas y sogas que le colgaban –dijo Pablo–. Me habían dado los trapos para que la limpie. Le salía líquido de la vagina. Ella se limpiaba y me daba los trapos. Y cuando venían los guardias, les pedía que me los cambien para seguir limpiándola.”


Estaban en el último piso del centro clandestino. Hasta entonces, Pablo había permanecido todo el tiempo atado, las manos en la espalda, la venda que al comienzo era un pulóver a esa altura eran algodones apretados con una cinta elástica. Comía una vez cada tanto. En 90 días se bañó dos veces. Hacía mucho calor, estaban desnudos, los guardias les robaban las ropas.


El miedo le impidió hablar en voz alta durante los primeros quince días de su estadía en el centro. Cuando lo hizo, preguntó en voz alta por los que estaban ahí. Empezó a darse cuenta de que estaban muchos militantes de la UES, entre ellos Claudia Falcone, ubicada en la celda de atrás, del otro lado de la pared.


Cuando Gabriela entró a su celda supo que en algún lugar estaba su marido: “Estoy con mi esposo, llamalo por favor”, me dice.


–¡¡Jorge!! ¡¡Jorge!!”


Dijo Pablo, y alguien contestó.


–¡Yo estoy con Gabriela, tu esposa! ¡Y voy a cuidarla!


Pablo nunca vio a Jorge, aunque varias veces hablaron a la distancia.


Tenía que limpiar a Gabriela y darle de comer. Bergés le había dicho que golpeara las puertas cuando empezaran las contracciones. Que llamara inmediatamente a los guardias. Como Pablo no sabía qué eran las contracciones, preguntó a la cadena de voces: “¿Cuándo empiezan? ¿Cómo nos damos cuenta?” “De pronto empecé a golpear la celda porque Gabriela decía: ‘¡Ahí viene mi hijo! ¡Viene mi hijo!’. Yo me asusté. Todos nos desatamos, y empezamos a golpear las puertas porque le venía el hijo, porque lo quería tener”.


La guardia también gritó. “Yo estaba sin la venda, entraron, me tiran contra la pared, yo ya no caminaba; estaba casi arrastrándome, me tiraron y me dijeron: ‘Vos vendate’.” En ese momento, sacaron a Gabriela arrastrándola en algo con ruido a chapa. Alguno gritaba: ¡Llamen al doctor! ¡Llamen a la Jefatura! ¡Llévenla a la sala de parto! “Yo le seguía gritando a Gabriela que se calme, y en un momento, cuando la iban a bajar se cae de la chapa y hace ruido, la guardia se pone como loca: ¡Nos van a matar a todos si le pasa algo!”


La fiscalía y las querellas buscaron que Pablo diera cuenta de la sistematicidad de esas prácticas. Ahí encontró sentido la frase sobre “las joyas de la abuela”. O las medidas de precaución que los guardias tomaban con las embarazadas. O un testimonio de Bergés en el que les dice a los guardias que si quieren divertirse usen a las chicas, pero que no toquen a las embarazadas. O los datos sobre el área de partos que funcionaba en el lugar. La defensa intentó argumentar que Bergés era quien tomaba las decisiones sobre esas mujeres y sus cuerpos.


Cuando el ruido pasó, terminó el relato Pablo, de pronto se hizo un silencio: “Todos nos quedamos como llorando, y al rato escucho el llanto de un bebé”. Cuando volvieron los guardias, les preguntaron qué había pasado. “Nos dijeron que nos quedáramos tranquilos: ‘La vamos a llevar a una granja. ¡No saben lo que es la granja! ¡Está bárbara! ¡Ahí tienen de todo, es lo mejor que les podía pasar!’ Así que brindamos –dijo Pablo–, nos pusimos contentos: y nunca más volvimos a saber de ellos”.


Durante el tiempo que estuvo con Gabriela, Pablo supo poco de su vida. “No hablábamos de eso –dijo–, ella me decía: ‘Pablo, vas a ser el padrino’”. Jugaban. Gabriela le agarraba la mano y la ponía en la panza. “Decile a Jorge que lo escuchás”, le pedía. Y entonces Pablo volvía al juego de las voces:


–¡Jorge, lo escucho!


–¡Está latiendo!


–-¡Se está moviendo!


Y Jorge respondía: Cuidala, decía. Limpiala.


Después del parto, dejó de escuchar a Gabriela, al niño, pero también dejó de escuchar a Jorge. “De repente no tengo más registro, ni su voz ni su presencia.”


Seis días después, una embarazada llegaba a la celda de otra prisionera. Era Stella Maris Montesano de Ogando, que en esos días dio a luz a su hijo, pero en su caso volvió al pabellón. Estaba infectada, le habían dicho que se llevaban a su hijo a un lugar para que pudiera estar mejor, y le dejaron el cordón umbilical. “¡No puede ser!”, le decía Pablo a Claudia pared de por medio. Stella Maris tenía una infección que ni siquiera estaba revisando el médico represor. Dos días antes de Navidad, entró una nueva parturienta. En este caso la llevaron a la celda de Claudia Falcone. Era Cristina Navajas de Santucho, Pablo Díaz la vio de filón el día en el que dejó el centro clandestino, el 26 de diciembre de 1976, cuando les pidió a los guardias despedirse de Claudia Falcone.


“Me ponen enfrente de Claudia, cuando cierran la puerta me levanto el pulóver y la veo desnuda, atada y ahí es cuando me dice que nunca iba a poder ser mujer porque la habían violado... teniendo 16 años.”


Pablo pasó dos meses más como desaparecido antes del blanqueo en la Unidad 9 de La Plata. Tiempo después entendió qué significaba la palabra desaparecido, cuando envió a una de sus hermanas a la casa de los Falcone, intentando avisarle a Claudia que él no estaba libre sino que seguía detenido.


(Fuente: Página/12)

martes, 5 de abril de 2011

Cronograma actualizado de testigos

11 de abril 9.30 hs. Estela Barnes de Carlotto 12.30 hs. Rosaria Isabella Valenzi de Sánchez 12 de abril 9.30 hs. María Laura Bretal 10.30 hs. María Inés Paleo 11.30 hs. Norma Lidia Aquín 14 hs. María Natalia Suárez Nelson Corvalán 18 de abril 9.30 hs. María Silvia Bucci 10.30 hs. Patricia María Pérez Catan 11.30 hs. Raúl Guillermo Elizalde 12.30 hs. Héctor Javier Quintero 14.00 hs. María Elvira Luis 15.00 hs. Juan Corvalán 19 de abril 9.30 hs. Carlos Leonardo Fossati 10.30 hs. Gabriela Gooley 11.30 hs. Graciela Liliana Marcioni 12.30 hs. Miguel ángel Laborde 14.00 hs. Susana Leonor Ortega 15.00 hs. Norberto Oscar Osle 25 de abril 9.30 hs. Estela de la Cuadra 12.30 hs. Hilda Victoria Montenegro 14.30 hs. Liliana Marta Stancati 26 de abril 9.30 hs. Hugo Pablo Marini 10.30 hs. María Cristina Bustamante 11.30 hs. Osvaldo Lovazzano 12.30 hs. hugo Alberto Fernández Plaul 12.30 hs. Leopoldo Marcelo Campano 15.00 hs. Carlos Alberto De Francesco 27 de abril 9.30 hs. Gustavo Caraballo 10.30 hs. María Alejandra Castellini 11.30 hs. Ana María Caracocche de Gatica 14.00 hs. Lidia Papaleo 15.00 hs. Silvia Fanjul 2 de mayo 9.30 hs. Luis Velasco Blake 10.30 hs. Delia Celia Giovanola de Califano 11.30 hs. Martín Rodolfo Carriquiriborde 12.30 hs. María de las Mercedes (Carmen) Gallo Sanz 3 de mayo 9.30 hs. Washington Rubén Martínez Rodríguez 11.00 hs. Norma Eleanza de Chiesa 12.00 hs. Beatriz L Bermúdez Calvar de Viegas 13.00 hs. Clara María Elsa Petrakos 14.30 hs. María Victoria Moyano Artigas 9 de mayo 9.30 hs. Enriqueta Santander de Moyano 10.30 hs. Rubén Anibal Artigas 11.30 hs. Diego Barreda 12.30 hs. Luis Guillermo Tabú 14.00 hs. Carlos Délia Casco 10 de mayo 9.30 hs. Elsa Beatriz Pavón 10.30 hs. Paula Eva Logares 11.30 hs. Adolfo Borelli 12.30 hs. Diana Bello 11 de mayo 9.30 hs. Claudia Bellingieri

lunes, 4 de abril de 2011

Carlotto terminará su testimonio el 11 de abril

El Tribunal Oral Federal N° 6 comunicó que el testimonio de Estela de Carlotto (que el lunes pasado debió suspenderse por cortes de luz) se reprogramó para el próximo lunes 11 de abril a las 9.30 en los Tribunales de Comosoro Py.

Habría visto a la hija de Estela de Carlotto en el Hospital Militar

El testigo Carlos López López fue conscripto en el Hospital Militar entre marzo y octubre de 1978 y durante su servicio debió custodiar a una detenida desaparecida.

El 26 de junio de 1978 -el testigo aclaró que recuerda el día con exactitud ya que es su cumpleaños y porque ese día Argentina salió campeón mundial de fútbol- le ordenaron hacer guardia en el acceso a una habitación “donde había una subversiva”.

Le indicaron que nadie podía hablar con la mujer, quien además acababa de dar a luz a un bebé. Por esta razón, minutos después de que López López hubo comenzado su guardia, ingresó en el cuarto el capitán médico Jorge Chovancek que previamente había atendido el parto.

Al rato, Chovancek salió y se encontró con dos hombres de civil que le dieron nuevas indicaciones. “Uno de ellos, que era conocido como 'Mayor', le dio al médico una jeringa con un líquido para que aplicara a la mujer”, relató el ex conscripto. Chovancek preguntó al Mayor qué contenía la jeringa y al no obtener respuesta se negó a aplicarla. “Entonces, el Mayor llamó al director del Hospital y Eduardo Marine (así se llamaba el director) le dijo a Chovancek que si no lo hacía, lo haría él mismo”.

El ex conscripto recordó que la joven fue sacada en una silla de ruedas y llevada hasta afuera del hospital para ser introducida en un Ford Falcon. López López fue quien tuvo que acompañarla hasta el auto. Al volver al edificio, vio a un hombre alto de anteojos sosteniendo a un bebé. El testigo, en ese momento, creyó que se trataba del bebé de la detenida, ya que le había resultado extraño que no hubiera familia ni amigos en ese nacimiento. El vínculo de este caso con el de la hija de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Laura Carlotto, López López lo estableció años después, cuando en una diario nacional vio las fotos de varias detenidas desaparecidas y reconoció el rostro de aquella joven en el de Laura. También, en tiempos de democracia, reconoció al Mayor como el coronel Minicucci, en una lista de fotos de represores publicadas por el diario Página/12. La declaración que realizó Carlos López López en el juicio de hoy no tuvo contradicciones con la que hiciera ante la jueza María Romilda Servini de Cubría y en los juicios por la verdad realizados, en tiempos de impunidad, en la ciudad de La Plata. Allí el ex conscripto ya había dejado sentado que sospechaba que la mujer que tuvo que custodiar el 26 de junio de 1978, recién parida en el hospital de Campo de Mayo, había sido, Laura Carlotto hija de la presidenta de Abuelas.

viernes, 1 de abril de 2011

Testigo que declarará el próximo lunes

En el marco del juicio por "Plan Sistemático de robo de bebés", el próximo lunes 4 de abril a las 9.30, declarará el testigo Carlos López López (cuya declaración había sido prevista para el 11/4). Agradecemos la difusión.